Ahora resulta que cualquier cantamañanas, que en inglés lo traducen como ‘influencer’, puede hacer un llamamiento para invadir una reserva natural. Desgraciadamente , esto es así .Por eso quiero escribir estas líneas y reflexionar sobre este mundillo de la inmediatez y la estupidez, en el que debajo de las piedras no paran de salir cantamañanas con la única intención de sumar ‘likes’ (ME GUSTA) para poder convertirse en referentes de no se sabe qué.
Los cantamañanas nos inundan cada día, ya que de repente son expertos en cocina, moda, bricolaje o viajes. Pero detrás de todo esto, una parte aprovecha la situación para mostrar su poco raciocinio y evidenciar que en este mundo de dificultades, muchos quieren vivir del cuento. Llamar la atención con acciones ridículas, buscando que la masa encuentre en esa acción una vía de escape para soltar su borreguismo me parece impactante. Inmersos en casos disparatados, en una sociedad hasta arriba de problemas cotidianos sin resolver y con dificultades económicas graves, crear la figura del cantamañanas tiene un pase, pero que esos cantamañanas ya sean masa y que todo valga debe tener su coto.
El mundo gira y al final cada cosa tendrá su sitio y su espacio adecuado. Ahora nos encontramos en una vorágine sin control, con falta de mesura y análisis, pero tirando de melancolía confío que tras esta tempestad pueda llegar la calma.
Desde cantamañanas a caraduras, de listos a listillos. Entramos en una dinámica de sálvese quien pueda. Cada uno mira hacia sus propios intereses. El interés general no existe y las siglas de los partidos solo sirven para dar cobijo a cientos de cargos que durante su mandato se dedican a vivir una etapa de bondad, alejándose en la mayoría de los casos de lo que proclamaban cuando no estaban en el poder.
La vida no está para ‘likes’ y chorradas. Está para solventar asuntos de interés general y para dejar de mirarse el ombligo.
Patricio González








