Felipe VI ha pedido, en su discurso de Navidad, especial ejemplaridad en el desempeño del conjunto de los poderes públicos, así como diálogo y respeto a las opiniones ajenas, ante algunas «líneas rojas» que, ha dicho, no se deben cruzar.
El rey se ha referido en su discurso a la «inquietante» crisis de confianza que atraviesan las sociedades democráticas en un mundo convulso, donde el multilateralismo y el orden mundial están en crisis: «Y esta realidad afecta seriamente al ánimo de los ciudadanos y a la credibilidad de las instituciones«. «Los extremismos, los radicalismos y populismos se nutren de esta falta de confianza, de la desinformación, de las desigualdades, del desencanto con el presente y de las dudas sobre cómo abordar el futuro», ha recordado el jefe del Estado.
Por eso «nos corresponde a todos preservar la confianza en nuestra convivencia democrática», ha indicado el monarca, para quien no basta con recordar que los españoles ya conocemos un capítulo de la historia que tuvo «consecuencias funestas».
«Sin mirar a nadie, sin buscar responsabilidades ajenas: ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros para fortalecer esa convivencia? ¿Qué líneas rojas no debemos cruzar?», ha preguntado el rey, que ha hablado en primer lugar del diálogo: «Porque las soluciones a nuestros problemas requieren del concurso, la responsabilidad y el compromiso de todos».
Porque, ha insistido, «en democracia, las ideas propias nunca pueden ser dogmas, ni las ajenas, amenazas; que avanzar consiste en dar pasos, con acuerdos y renuncias, pero en una misma dirección, no correr a costa de la caída del otro».
«España es, ante todo, un proyecto compartido: un modo de reunir —y de realizar— los intereses y aspiraciones individuales en torno a una misma noción del bien común», ha recalcado Felipe
El rey ha reivindicado la Transición como un ejercicio colectivo de responsabilidad y ha apelado a la convivencia democrática, cuando se han cumplido 50 años del inicio de ese período en el que ha destacado el coraje que demostraron sus protagonistas. Una Transición que surgió de la voluntad compartida de construir un futuro de libertades basado en el diálogo, ha recordado Felipe VI, que ha explicado que quienes encauzaron aquel proceso «lograron que finalmente el pueblo español en su conjunto fuera el verdadero protagonista de su futuro y asumiera plenamente su poder soberano».
Felipe VI ha subrayado que los desafíos que suponen el aumento del coste de la vida y el acceso a la vivienda para los jóvenes no se resuelvan con retórica ni voluntarismo y ha advertido de que los ciudadanos ven ante estos problemas una tensión en el debate público que les provoca «hastío». En el mensaje que esta Nochebuena ha dirigido a los españoles, el rey se ha referido a los tiempos «ciertamente exigentes» que se viven en la actualidad y en los que muchos ciudadanos sienten que el aumento del coste de la vida limita sus opciones de progreso; que el acceso a la vivienda es un obstáculo para los proyectos de tantos jóvenes o que la velocidad de los avances tecnológicos genera incertidumbre laboral.
También que los fenómenos climáticos son un condicionante cada vez mayor y «en ocasiones trágico», desafíos ante los que los ciudadanos perciben que la tensión en el debate público provoca «hastío, desencanto y desafección».
Por eso, se ha mostrado convencido de que España ha progresado cuando ha sabido encontrar objetivos que compartir. «Y la raíz de todo proyecto compartido es necesariamente la convivencia», que ha considerado la base de la vida democrática del país. Un convivencia que se pudo construir incluso en circunstancias difíciles, como las de hace 50 años, cuando comenzó el proceso de la Transición pero que, ha recordado, «no es un legado imperecedero. No basta con haberlo recibido: es una construcción frágil» y necesita del cuidado de todos en la labor diaria, así como de confianza frente al miedo, que «solo construye barreras y genera ruido».
DE PIE POR PRIMERA VEZ
El Palacio Real ha vuelto a ser, por segundo año consecutivo, el escenario escogido por Felipe VI para dirigir a los españoles el tradicional discurso de Navidad que, por primera vez, ha pronunciado de pie y no sentado como es habitual. El jefe del Estado se ha dirigido esta noche a la ciudadanía desde el Salón de Columnas, a cuyo centro ha accedido desde uno de los grandes arcos de la estancia y en el que se puede ver un gran árbol de Navidad y un belén -un misterio del siglo XVIII- y las banderas de España y la Unión Europea.
Antes de la intervención del rey y mientras se escuchaba el himno nacional, se han emitido imágenes nocturnas del exterior del Palacio Real de Madrid, en la fachada de Plaza de Oriente y, ya en el interior, de la escalera de Embajadores hasta el Salón de Columnas. Es la tercera ocasión en la que el Palacio Real y no el de la Zarzuela es el elegido en los años de reinado de Felipe VI para su discurso navideño, el duodécimo que pronuncia, después de que en 2015 lo pronunciara en el Salón del Trono y el pasado año, como esta noche, en el de Columnas.
El Salón de Columnas es un espacio referente de diversos acontecimientos históricos, entre ellos la firma del Tratado de Adhesión de España a las Comunidades Europeas hace 40 años, como puede leerse en una inscripción, un aniversario destacado con cuyo recuerdo ha iniciado el rey su mensaje.
Con traje azul marino, camisa blanca y corbata color terracota con estampado geométrico, el rey ha pronunciado de pie su discurso, un texto de 1.126 palabras, que ha durado 10 minutos y 2 segundos, incluido el himno nacional, por lo que ha sido más breve que el del año anterior.
En la despedida del mensaje, como es habitual, el monarca felicita la Navidad en las lenguas cooficiales. El himno nacional ha vuelto a sonar entonces mientras podían verse imágenes de los reyes, la princesa de Asturias y la infanta Sofía a lo largo de 2025 en Guadalupe (Cáceres), Móstoles (Madrid), Brañosera (Palencia), Tudela (Navarra) y Valdesoto (Asturias). Y como cierre, el lema ‘Servicio, compromiso y deber’.












