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20 abril 2024
20 abril 2024

Elena Sáez Arjona: LA RELEVANCIA DEL LIDER

Elena Sáez Arjona es doctora en Derecho por la Universidad de Málaga con una tesis doctoral sobre el pensamiento jurídico y político del eminente jurisconsulto y político español Ángel Ossorio y Gallardo. Posee asimismo el título de Master en Derecho penal y Política criminal en dicha Universidad con la especialización en delitos contra la propiedad intelectual. Su formación académica se completa con la licenciatura en Geografía e Historia por la Universidad de Córdoba. Es miembro en calidad de titulado superior del Grupo de Investigación consolidado de Historia de las Instituciones Jurídicas, que se recoge en el Inventario de Grupos de Investigación y Desarrollo Tecnológico del Plan Andaluz de Investigación en su Sección de Ciencias Sociales, Económicas y Jurídicas. Asimismo, ejerce una intensa labor en el campo de la divulgación científica con artículos doctrinales en revistas científicas en el ámbito de las Ciencias Jurídicas y Sociales con índice de impacto y sistema de referees por pares como la prestigiosa Revista Europea de Derecho de la Navegación Marítima y Aeronáutica o la Kritische Zeitschrift für überkonfessionelles Kirchenrecht. Ha participado como ponente en importantes Congresos internacionales y nacionales de ámbito jurídico en una línea transversal, destacando entre otros trabajos: “La visión cosmopolita del modelo de la racionalidad comunicativa del Derecho: la reformulación habermasiana” o “El marco de referencia normativo de la movilidad urbana sostenible”.
Hoy os presentamos su primer artículo de opinión para este diario digital, LA RELEVANCIA DEL LIDER:
Gobernar es un verbo fácil en la expresión pero difícil en su ejecución. Decía Antonio Maura que un Gobierno descansaba en la razón. Para los gobiernos liberales, la razón y no la fuerza debe ser el nervio de la autoridad. Dejarse arrastrar por las emociones y no por la razón conduce al irracionalismo político.

Leader, neologismo procedente del mundo anglosajón, significa aquel que conduce, que dirige. Históricamente se ha concebido al líder como un ejemplo para sus conciudadanos, el que mejor sabía resolver los problemas, el más sabio, incluso el más virtuoso. Actualmente, los líderes políticos no destacan por su sabiduría o virtuosismo sino por su demagogia, su falta de escrúpulos y de fidelidad en sus convicciones.

El ex presidente Maura sigue encarnando la figura del verdadero líder, incapaz de practicar una política personalista. El otro modelo de líder es aquel que sustituye su responsabilidad por el sentimentalismo, instaurando un mecanismo donde los ciudadanos se identifican con él como si fuese un Dios dirigiéndoles como un rebaño de ovejas.

Hoy en día, alguno de nuestros líderes políticos más cercanos conquistan el éxito mediante el llamamiento a la imaginación y a la sensibilidad, constituyendo el único objeto constante de su juego. Hacen una política desbordante de demagogia subversiva.

Necesitamos líderes políticos que destaquen por su excelencia y ejemplaridad, de los cuales podamos aprender y no aquellos que busquen su propio provecho, perturbando la democracia y la normalidad política de un pueblo libre.

Sólo un político capaz de concebir un Estado dentro de una nación unida puede ser un verdadero líder, dispuesto a gobernar con «luz y taquígrafos» y que desde la más estricta legalidad, lleve a cabo las necesarias reformas.

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