Yo creo que el 99% de los españoles no tenemos ni idea sobre las vacunas. Pero, parece, que gracias al Coronavirus todos hemos hecho un curso rápido de conocimientos sanitarios de aquella manera, un poquito de aquí, otro de allí cuando, realmente quien nos debería haber informado en condiciones y sin mentiras cada dos por tres, es nuestro Gobierno para no tener esta diarrea mental sobre las vacunas, fundamentalmente, de la de Astrazéneca.
No se nos ocurre preguntar qué tipo de vacuna de gripe nos inoculan cada año, entre otras cosas porque no tenemos ni idea, sabemos que es para la gripe pero desconocemos cual es en realidad.
Pero, sin embargo, estamos en un caso que resulta inconcebible lo que nos está pasando (yo me incluyo). Y es que cientos de miles de españoles tienen que elegir bajo su responsabilidad si quieren que la segunda dosis de la vacuna sea esta o aquella.
Y, sorprendentemente, casi todos están decidiendo lo contrario de lo que el Gobierno les ha recomendado hacer. Más de un 90%.
El que la inmensa mayoría de los ciudadanos rechace el consejo del Gobierno en una cuestión en la que es casi imposible tener criterio propio es algo absolutamente insólito que creo no ha debido pasar nunca en la Historia de España. Y es un fenómeno aún más impresionante en estos tiempos en los que se profesa tal fervor por lo que dicen «las autoridades», especialmente las «sanitarias».
¿Cómo puede ocurrir algo así? El Director del Centro de Coordinación de Emergencias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, se ha liado a repartir culpas: por un lado, a las comunidades autónomas, que son unas liantas; por el otro, a los medios de comunicación, que están comprados.
Pero Fernando Simón miente desde el primer día que nos habló de la pandemia porque la culpa es sobre todo de él y de un Ejecutivo que demuestra a diario un desprecio por la verdad sólo comparable a su amor por la chapuza.
Si fuera una cuestión de política o de periodistas malvados, el porcentaje de gente que rechazase el consejo explícito de Sanidad hubiera sido alto, pero no tan abrumador. Y es tan abrumador –ronda o supera el 90% en casi todas las comunidades autónomas– que el significado de este hecho supera en mucho lo estrictamente sanitario porque ya no son el propio Simón o la Ministra Darias (vaya tela) los que están recibiendo una bofetada de la sociedad, es todo un Gobierno al que ya no creen ni los suyos.
Esto es un fenómeno de tal magnitud que tiene pinta de que Sánchez se está cayendo por el barranco. Nadie le cree.
