*El encallamiento del buque “Ever Given” y el consiguiente bloqueo del canal de Suez ha reactivado la propuesta de Rusia que “plantea al mundo la Ruta Ártica como la alternativa más barata, segura y ecológica para el transporte de mercancías”
En los dos últimos años han sucedido hechos de enorme trascendencia como la pandemia que han acelerado la apuesta de muchos gobiernos por las energías renovables, con el impacto que tendrá en los consumos y en los tráficos de hidrocarburos o, en los últimos días, el colapso del Canal de Suez por el encallamiento del «Ever Given».
El embotellamiento que ha producido el Ever Given en el tráfico internacional es el último de esos hechos relevantes que obligan a redefinir aspectos importantes a nivel global y que consecuentemente nos va a afectar a nivel local.
A Rusia le ha faltado tiempo para reactivar y proponer al mundo la Ruta Ártica como una alternativa más barata, segura y ecológica para el transporte de mercancías. La zona Asia/Pacífico es de hecho la zona de mayor potencial económico del mundo y su crecimiento exponencial la convertirá en imprescindible en el comercio marítimo de este siglo. Una ruta entre el sudeste asiático y Europa por el Ártico puede suponer un ahorro de más de 10 días de navegación y consiguientemente una reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera.
En la actualidad, las nuevas rutas del Norte no son una alternativa viable
El calentamiento de la atmósfera ha impulsado el derrite de la capa de hielo en el ártico y ha abierto espacios para la navegación marítima, que hasta ahora estaban muy restringidos y limitados a ciertos períodos del año, aunque su rentabilidad económica sigue estando congelada.
Cerca de tres años han pasado desde que el carguero Venta Maersk navegara a finales de agosto de 2018 por la ruta Noreste del Mar Ártico, al salir desde Busan (Corea del Sur) hasta el puerto noruego de Kirkenes y finalmente arribar a San Petesburgo.
El paso por el Noreste del Ártico es más corto pero también más peligroso. Además, exige estar acompañado de un rompehielos, con el encarecimiento de los costes. También precisa de una tripulación más experimentada y habrá que añadirle pólizas de seguro más altas, además de ser susceptible de padecer retrasos debido a los imponderables que puedan surgir en el trayecto.
Quizás haya que esperar 5, 10 o algunos años más, pero parece inevitable que el calentamiento global y las ambiciones económicas de Rusia y China terminarán por imponer la Ruta del Norte como una opción real a ese cuello de botella que es el Canal de Suez y esto suponga un fuerte descenso en la circulación de megabuques circulando por el Estrecho de Gibraltar.
Esperemos que para entonces se hayan desarrollado soluciones medioambientales para estos gigantes del mar que no agredan la biodiversidad de aquellos hábitats marinos.
