España es el tercer país de Europa con mayor volumen de masa forestal, sólo por detrás de Suecia y Finlandia. En concreto según el último Anuario Estadístico de España, tenemos 7.500 millones de árboles y 18,41 millones de hectáreas, y una masa forestal que crece a un ritmo anual del 2,19%, cuatro veces más que la media europea.
Por otra parte, Andalucía tiene 4,6 millones de hectáreas de superficie forestal de las que algo más de 1,2 millones son encinares y alcornocales.
Hace 32 años se llegó a un importante acuerdo de todas las políticas parlamentarias para formular un Plan Forestal (Plan Forestal Andaluz), que atendiese las demandas de lo que hoy llamaríamos gestión forestal sostenible.
Éste trataba de ser un plan modélico, ambicioso y con una perspectiva a largo plazo (60 años), pero el paso de tiempo lo ha dejado casi en papel mojado. Su reactivación sería necesaria.
Ecologistas señalan que en primera instancia no se debe utilizar la palabra «limpiar» desde ningún enfoque, porque el monte nunca está sucio salvo si echamos basuras.
Entendemos que es necesario en algunos casos la entresaca de pies de árboles (en algunas zonas incluso hacer de esto una actividad rentable), el mantenimiento del sotobosque en zonas compatibles con la conservación (tal vez con ganadería), el mantenimiento de los carriles, mejor dotación de hidrantes, sustitución de especies en zonas de interfase urbano-forestal que históricamente hayan tenido otra masa forestal distinta al pinar (porque el pino es el más expansivo).
Gestión del monte
Pero sí se debe aclarar qué es lo que entendemos por «gestión del monte». Desde un enfoque podemos decir «qué alegría de bosque» cuando vemos como la ladera de una sierra, por ejemplo, presenta una imagen tupida y cerrada. Pero si pensamos en la biomasa que hay ahí acumulada, desde la perspectiva de los incendios forestales, sabiendo la intensidad que cogen en cuanto salta la chispa y teniendo en cuenta, además, que esto está muy cerca de zonas urbanas y en el piedemonte de cualquier Sierra de nuestra comarca… Algo hay que hacer; aumentar la capacidad de extinción no es la solución (aunque, claro está, los recursos en extinción deben mejorar la estabilidad laboral y la profesionalización de los retenes de los IIFF).
Apostamos también por la participación de la ciudadanía a través de las siguientes sugerencias: no abandonar residuos que puedan provocar un incendio, no hacer fuego en época de incendios, evitar el uso del coche o aparatos mecánicos, aumentar la concienciación ambiental, aplicar la ley y aumentar los controles, y saber reaccionar ante un incendio (es muy importante avisar de inmediato a la sala de emergencias (112) y así evitar males mayores humanos y materiales.
