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9 noviembre 2025
9 noviembre 2025

LA RUEDA DE CABILLAS Y EL PUENTE DE MANDO (MIGUEL CHICÓN)

Cabilla: f. Mar. Cada una de las barras pequeñas de madera o metal que sirven para manejar la rueda del timón y para amarrar los cabos de labor. Diccionario de la lengua española.

Una de las típicas imágenes marineras con la que identificamos los barcos es la de un marino asiendo la rueda del timón por sus cabillas, intentando mantener firme el rumbo en medio de un fuerte temporal. Sin embargo, el uso de la rueda de cabillas para manejar el timón y, de esta forma, gobernar el barco al rumbo más apropiado, no comienza hasta el siglo XVIII. No se sabe muy bien quién fue su inventor, pero una vez que se introduce en la construcción naval, la rueda de cabillas se esparce por toda la flota.

Los navíos iban aumentando de eslora, manga, tonelaje y superficie vélica y su gobierno por medio del pinzote cada vez se hacía más difícil. Se necesitaban varios hombres para mantener el rumbo y, sobre todo, para cambiarlo cuando se debía virar y enfrentarse a los temporales. De ahí surge la rueda de cabillas. En principio, la rueda iba unida a un ancho tambor al que se enrollaba el seno de un cabo. Los chicotes de este cabo se amarraban a los cabos del aparejo de la caña del timón. Claro que estos cabos no iban directos. Atravesaban las diferentes cubiertas a través de aperturas convenientemente alineadas y eran reenviados mediante el uso de los motones que fuesen necesarios, de tal manera que, ya en la cubierta donde se encontraba la caña, y mediante motones fijados a los costados, los chicotes se reenviaban y hacían firmes a ella. De esta forma si el timonel, mirando a proa, hacía girar la rueda a la derecha, el tambor enrollaba el cabo cobrando de babor y arriando de estribor. El sistema de poleas hacía que el mecanismo tirase de la caña del timón hacia el costado de babor y, por lo tanto, la pala del timón fuese a estribor, cayendo el buque a estribor. Era muy habitual dotar a los barcos de dos ruedas de cabillas, una a cada lado del tambor. De esta forma se podían poner más hombres a la rueda, en caso de que fuese necesario utilizar más fuerza para gobernar el navío.

Pero los barcos seguían creciendo de tamaño, ganando en velocidad y no tardó mucho en llegar la propulsión a vapor. El gobierno se hacía cada vez más difícil, por lo que se van inventando sistemas de engranajes que van ganando en complejidad y desmultiplican la fuerza necesaria para mover los timones de buques de mayor tonelaje y que navegan a más alta velocidad. Es inevitable la llegada de la fuerza hidráulica, capaz de mover palas de timón de barcos de gran tonelaje. Y con ello, la rueda de cabillas pierde su función operativa. En la mayoría de puentes de mando de los grandes buques modernos se utilizan componentes como tillers, botones, pequeñas ruedas, mandos azimutales y demás mecanismos que accionan estos sistemas hidráulicos, capaces de mover las palas de timón, los waterjets, las hélices azimutales o cualquiera de los dispositivos utilizados actualmente.

Y ya que, hablando de la rueda, hemos mencionado el puente de mando, este término es mucho más reciente que el de la rueda. De hecho, en los barcos de vela no existía. La rueda de timón estaba situada en la toldilla del buque, a popa. Con la llegada de los primeros barcos de vapor, propulsados por ruedas colocadas a ambos costados de los buques, se evidenció la dificultad de visión que los capitanes tenían sobre toda la eslora del barco. Para facilitar la visión de toda la eslora desde un determinado lugar, se ideó la construcción de una pasarela que, de banda a banda del buque, libraba las ruedas de propulsión y facilitaba la visibilidad. A esa pasarela se la llamó puente, bridge en inglés, y así se le quedó el nombre al lugar de a bordo desde donde se dirigen las maniobras y donde van ubicados todos los equipos de navegación, incluidas las ruedas de cabillas en aquellos que, por nostalgia, aún las llevan instaladas, aunque lo que accione sea el sistema hidráulico de gobierno.

“…Al día siguiente, 20, los parapetos, los empavesados, la mayor parte del puente fueron devorados. La Henrietta ya no era más que un barco raso…”  La Vuelta al Mundo en Ochenta Días, Julio Verne.

Miguel F. Chicón Rodríguez  (Capitán de la marina mercante)

(Nacido en Tánger en 1960, sus vivencias personales a ambos lados del Estrecho, especialmente Algeciras, ciudad donde también residió, y las recurrentes travesías del Estrecho de Gibraltar realizadas siendo niño le dejaron un poso que le llevó a cursar, años más tarde, estudios de capitán de la marina mercante en Palma y Barcelona. Desde 1978 hasta 1994 navegó como oficial en buques petroleros; en barcos frigoríficos; como alférez de fragata en la Armada española, y al mando de buques de pasaje, tipo ferry y embarcaciones de alta velocidad. Por último, ejerció como jefe del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Palma desde 1996 hasta 2022)

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