Los vecinos de Guadiaro recuerdan cada 29 de mayo lo que consideran un milagro en la barriada, al cumplirse 37 años del derrumbe de la antigua iglesia, que se produjo justo después de que cientos de personas asistieran a unas comuniones. Durante la tarde de ayer, viernes, se celebró una eucaristía en agradecimiento a la Virgen de los Dolores, a la que asistió en representación municipal la teniente de alcalde Belén Jiménez, la concejal de Tradiciones, María del Mar Collado, y el asesor de Alcaldía en el Valle del Guadiaro, Juan Roca.
La celebración fue organizada por la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores, aunque la de ayer, viernes, fue una ceremonia distinta, debido a que la imagen de la virgen no salió en procesión, debido a la pandemia por la Covid-19.
Aun así, la misa fue muy emotiva y se recuerda esa efeméride como un gran milagro, ya que pese a lo aparatoso del derrumbe, no hubo que lamentar ningún herido, al producirse momentos después de que todos los asistentes abandonaran el templo.
El alcalde de San Roque, Juan Carlos Ruiz Boix, ha señalado al respecto que este año ha sido un 29 de mayo distinto. “Debido a la situación en la que nos encontramos en la actualidad -comentó- los fieles de Guadiaro no han podido acompañar a la virgen en su salida en procesión. Sin embargo, han podido disfrutar de la celebración del Vía Crucis, del Santo Rosario y de esta Eucaristía con una enriquecedora homilía del padre Agustín”, manifestó.
El 29 de mayo de 1983, los 52 niños que hacían la Primera Comunión, así como el resto de personas que llenaban la antigua iglesia de Guadiaro no salían de su asombro al ver cómo la misma se derrumbaba apenas unos minutos después de que todos la abandonaran.
Como consecuencia del milagroso suceso en el que nadie resultó herido, los ciudadanos de la barriada guadiareña llevan todos los años por estas fechas en procesión a la Virgen de los Dolores por las calles de la barriada en agradecimiento.
La iglesia se acababa de construir, y ese día se desarrolló la Eucaristía con total normalidad y cuando salió la última persona cayó el primer ladrillo y luego se derrumbó todo, quedando en pie tan sólo la Virgen y la luz encendida del Sagrario.