Nehalem: Dialecto del Tillamook, lengua tradicional indígena hablada por el pueblo aborigen que habitaba las costas del actual estado de Oregón antes de la colonización, actualmente hablado por apenas diez nativos.
El Santo Cristo de Burgos era un buen galeón, construido en los astilleros de Cavite con buenas maderas filipinas, que rindió su primer viaje redondo entre Manila y Acapulco entre 1688 y 1689. Tras su primera carena, llevó a cabo con éxito un segundo tornaviaje. Se le realiza otra carena y se alista para su tercer viaje en junio de 1692. Pero hay algo que llama la atención en esta segunda puesta a punto: el gobernador, Fausto Cruzat, se jacta de haber ahorrado una gran cantidad de dinero respecto a las reparaciones hechas en la primera carena, sobre todo en el corte de la madera. Así que, aparejado con maderas de peor calidad, el galeón zarpa de Cavite a finales de junio de 1692.
El periodo entre los años 1692 y 1693 se podría catalogar como muy malo a escala mundial: condiciones climáticas adversas en todos los continentes que generan hambrunas y epidemias. El Pacífico no iba a ser la excepción. El gobernador ha nombrado general a Bernardo Íñiguez de Bayo, “capitán de caballos corazados” con nula experiencia marinera. El piloto mayor y principal responsable de la navegación es Juan Quintero. Las constantes calmas y los vientos contrarios hacen que el barco apenas navegue 150 millas en el primer mes. Para colmo, deben parar en la bahía de Pola para “zafar la nao y compasarla porque estaba muy mal de gobierno”, defecto que no llega a subsanarse. Los vientos contrarios, las órdenes y contraórdenes y el mal gobierno hacen que el galeón no supere el estrecho de San Bernardino hasta mediados de septiembre. ¡Han tardado dos meses y medio en recorrer 270 millas!
Ya en pleno océano, los temporales se van sucediendo. El 11 de noviembre el palo trinquete se rinde y se va al agua. Al día siguiente es el palo mayor el que cruje por la fogonadura y cae sobre el de mesana, que también se parte. El Santo Cristo de Burgos queda totalmente desarbolado, en medio del Pacífico y sufriendo un temporal tras otro. Apenas han cubierto una tercera parte del recorrido. El piloto mayor convoca la junta de oficiales e “interesados” y propone que regresen a Manila. Todos están de acuerdo, incluso el general. Arman un aparejo de fortuna y arrumban a Manila, donde llegan apenas un mes después.
Pero se han de depurar responsabilidades. El general Íñiguez acusa al piloto mayor de borracho empedernido y de desatender sus obligaciones, por lo que se le condena a diez años de prisión sin sueldo. Nada dice sobre la adversa meteorología. El resto de testigos sí que lo menciona, igual que los asientos del Diario. De la mala calidad de la madera con la que el barco fue aparejado parece que nadie se acuerda. El Santo Cristo de Burgos permanece fondeado hasta junio, llevándose a cabo las reparaciones oportunas para iniciar otro viaje a Acapulco, hacia donde sale el 1 de julio de 1693. Se hace a la mar de forma apresurada, con porcelana china y cera de abeja como carga, pero con menos tripulación de la necesaria. Nunca llegó a su destino.
Cuando, a mediados del siglo XIX, llegaron los primeros colonos americanos a la costa de Oregón próxima a la desembocadura del río Nehalem, sus habitantes narraban la historia de cómo un barco extranjero había naufragado hacía muchas lunas en sus costas. Su tripulación había llegado a tierra y corrido diversa suerte. Trozos de madera, de porcelana china y restos de bloques de cera de abejas seguían llegando a la orilla coincidiendo con algún que otro temporal. La arribada de estos bloques de cera y de restos de madera de barco hizo que el supuesto naufragio se llamase “the beeswax shipwreck”, “el naufragio de la cera de abeja”.
A principios del siglo XXI, un grupo de arqueólogos, convencidos de que la historia era veraz, comenzaron a investigar y buscar más vestigios por toda la zona. Se analizaron los restos de porcelana y pudo datarse que eran del período Kangxi, entre 1661 y 1772, doscientos años antes de la llegada de los colonos. Los bloques de cera mostraban inscripciones españolas. Por último, pudo determinarse que las maderas halladas eran de una especie tropical asiática, como la usada en los astilleros de Cavite. El Santo Cristo de Burgos acabó naufragando casi seiscientas millas más al norte de Bodega Bay, donde un siglo antes había encallado el San Agustín.
Esta vez no pudieron echarle la culpa al piloto…
Miguel F. Chicón Rodríguez (Capitán de la marina mercante)
(Nacido en Tánger en 1960, sus vivencias personales a ambos lados del Estrecho, especialmente Algeciras, ciudad donde también residió, y las recurrentes travesías del Estrecho de Gibraltar realizadas siendo niño le dejaron un poso que le llevó a cursar, años más tarde, estudios de capitán de la marina mercante en Palma y Barcelona. Desde 1978 hasta 1994 navegó como oficial en buques petroleros; en barcos frigoríficos; como alférez de fragata en la Armada española, y al mando de buques de pasaje, tipo ferry y embarcaciones de alta velocidad. Por último, ejerció como jefe del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Palma desde 1996 hasta 2022)
Un comentario
Magnifico e interesante relato.
Tu Currículum es brillante….ya lo conocia, si bien una pena que estés jubilado…….!!!!!
La Marina en general, la Mercante y sobre todo Salvamento Maritimo, seguro que te echan de menos pero te mereces estar jubilado……!!!!
Un abrazo.