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20 abril 2024
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LAS FILIPINAS (M. CHICÓN)

“…De la manera q se ha de tener ê rezar los quince mysterios del rosario, que son cinco de gozo, cinco de dolor ê cinco gloriosos: ê lo que se ha de dezyr en cada mysterio… ê las diez Ave Marías que con los Pater Noster se dizen”  Extracto de la introducción de la primera publicación impresa en Nueva España, 1539, Letrerías de Cronberger.

Tras el regreso de Urdaneta a Lisboa, más de once años después de haber partido de Coruña, toda la documentación le fue incautada por el rey de Portugal. A pesar de ello, su prodigiosa mente le permite reproducir todos los conocimientos y vivencias adquiridos durante la expedición de Loaísa, memoria que entrega al emperador Carlos I. Urdaneta regresa a la metrópoli con una hija, que confía en adopción a uno de sus hermanos, y regresa a Nueva España, donde ostenta varios cargos de la mano de Pedro de Alvarado, adelantado de Guatemala, y de Antonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva España. Sorprendentemente, al cabo de unos años (1553) ingresa en la Orden de San Agustín en la capital mexicana.

Pero, a pesar del Tratado de Zaragoza, el emperador no renuncia a la colonización y evangelización del conjunto de las Islas del Poniente descritas por Elcano y Urdaneta. Las siguientes expediciones se organizan ya desde la costa pacífica de Nueva España, evitando así el paso por el estrecho de Magallanes, con la idea de poder encontrar una derrota de regreso por el Pacífico y evitar la zona bajo dominio portugués. Hernán Cortés organiza varias expediciones que descubren algunas islas próximas a Nueva España, en latitudes cercanas al Trópico de Cáncer, (Revillagigedo, San Benedicto…) pero que no logran llegar más allá.

Bajo el virreinato de Antonio de Mendoza, en 1541, se encarga a Ruy López de Villalobos la organización de una expedición. El hidalgo y marino malagueño  hace construir seis barcos y la flota se hace a la mar desde el puerto de Bahía de Navidad el día 1 de noviembre de 1542, con casi 400 hombres, rumbo al oeste. Descubren varias islas (Uniwetok, Ulithi, Palaos) y atolones durante la travesía, hasta que arriban a las Islas del Poniente.  Al recalar en las islas Samar y Leite, Villalobos las nombra Islas Felipinas, en honor del príncipe heredero del trono de España y futuro rey Felipe II.

Pero la flota va sufriendo cada vez más mermas, hambruna, naufragios y hostigamiento por parte de nativos hostiles. Los intentos de cultivos fracasan estrepitosamente. Por añadidura, los portugueses se enteran de que hay una expedición española en la zona y les piden explicaciones. López de Villalobos contesta con evasivas, mientras sigue reconociendo todo el archipiélago. Dispone que, sucesivamente, algunos de los galeones de la flota intenten el regreso a Nueva España para encontrar el ansiado tornaviaje. Pero ninguno de ellos lo consigue. Los vientos no les son favorables y, tras descubrir varias islas, entre ellas Nueva Guinea, acaban regresando a las Felipinas.

A mediados de 1544, lo que queda de la flota arriba de nuevo a las islas Samar y Leite, pero los nativos siguen acosándoles de tal forma que, junto con el hambre, el agotamiento y la pérdida de algunas de las naves, se ven obligados a buscar refugio en las Molucas donde, tras varias escaramuzas con los portugueses, lo que queda de los expedicionarios son hechos presos. Algunos de ellos regresan a España a bordo de un galeón portugués mientras otros prefieren quedarse en Malaca.

Un abatido Ruy López de Villalobos fallece en su celda de la isla de Amboina el 4 de abril de 1546, según las crónicas portuguesas de “Un corazón roto”, paludismo. En su lecho de muerte es asistido por el jesuita Francisco de Jaso (San Francisco Javier). Su expedición, más allá de no conseguir el ansiado tornaviaje, sirvió para descubrir y documentar la existencia de numerosas islas y estrechos, que fueron de mucha utilidad en posteriores expediciones.

“¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?”  San Francisco Javier.

Miguel F. Chicón Rodríguez  (Capitán de la marina mercante)

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Un comentario

  1. Muchas gracias, Miguel. ;uy interesante recordar la figura de López de Villalobos.

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