Teorema de Pitágoras: En todo triángulo rectángulo, la longitud de la hipotenusa es igual a la raíz cuadrada de la suma de las áreas de los cuadrados de las respectivas longitudes de los catetos.
Antes de seguir navegando por nuestra historia, permitidme que haga un paréntesis para explicar uno de los cálculos de la posición de nuestro barco más sencillos que puedan utilizarse y que ya se usaban en tiempos. No necesitaremos GPS, ni carta electrónica, ni RADAR. Tan solo necesitaremos un reloj, saber qué rumbo vamos haciendo y la velocidad, aunque sea estimada.
Cuando, siendo un niño, nos enseñaban el teorema de Pitágoras, nunca llegué a pensar que, con el paso de los años, la aplicación práctica del fundamento de este teorema podría llegar a facilitarnos el cálculo de la posición de nuestro barco de una forma tan elegante ¡y sin necesidad de aparato electrónico alguno! Deberemos conocer bien el barco en el que navegamos y haber tomado nuestras referencias a bordo para poder tomar marcaciones básicas sin necesidad de utilizar la alidada o dioptra. Desde una determinada localización del puente o de la bañera, que debe tener buena visibilidad hacia el exterior, debemos saber cuántas cuartas abre a una u otra banda un determinado punto de la costa o un buque que queramos marcar. Recordemos que los trescientos sesenta grados de la Rosa (360º) se dividen en treinta y dos cuartas de once grados y quince minutos cada una (11,25º). Si tenemos como referencia nuestra proa, cuatro cuartas serán cuarenta y cinco grados abiertos a una u otra banda y ocho cuartas serán noventa, es decir, el través. Estos ángulos son fáciles de calcular si hemos tomado esas referencias, sin necesidad si quiera de usar la alidada.
Ahora ya estamos navegando y necesitamos saber nuestra posición. No podemos hacer uso de las ayudas electrónicas, por la razón que sea. Imaginemos que vamos navegando en demanda del Estrecho de Gibraltar desde Alborán, a un rumbo Oeste, R: 270º, y a una velocidad de ocho nudos, V: 8’. Tenemos a la vista el Faro de Punta Europa, al que vamos a tomar de referencia para calcular nuestra posición. Cuando lo tengamos abierto cuatro cuartas por estribor (45º), miramos la hora. Seguimos navegando al mismo rumbo y velocidad y, al tenerlo por el través de estribor (90º) volvemos a mirar la hora. Como conocemos nuestra velocidad, será muy fácil saber la distancia navegada (E=VxT) Imaginemos que hemos navegado quince minutos entre las cuatro cuartas y el través de Punta Europa, por lo que habremos navegado dos millas. Recordemos que un nudo equivale a una milla por hora. Entonces: 8’/h x 0,25h=2’.
Si nos fijamos un poco más, nos daremos cuenta de que nuestra estela ha dibujado el cateto de un triángulo isósceles especial sobre la mar, es decir, un 45-45-90. Un triángulo en que el primer ángulo medido entre la línea de proa o rumbo mide cuatro cuartas, el segundo ángulo, el formado entre nuestra estela y la marcación a Punta Europa, que es el otro cateto, mide ocho cuartas, y el tercer ángulo de ese triángulo, el que se forma entre este segundo cateto y la hipotenusa, que es la línea imaginaria entre el Faro de Punta Europa y nuestra primera posición, mide los cuarenta y cinco grados restantes para sumar los ciento ochenta grados que suman los ángulos de todo triángulo. Es decir ¡sus dos catetos son iguales! Como sabemos que ambos catetos son iguales, podemos fácilmente deducir que tenemos el Faro de Punta Europa a dos millas de distancia, abierto ocho cuartas por estribor. Si lo sumamos a nuestro rumbo, fácil es calcular que Punta Europa nos demora al Norte. Ya sabemos nuestra posición. Es decir, nos encontramos al sur de ese punto y a una distancia de dos millas. Ya podemos trazar el nuevo rumbo que debamos hacer, buscar otra referencia en tierra (¿Punta Carnero?) y seguir navegando. Así de sencillo. No solo sabremos nuestra posición sino que, además, le habremos dado un resguardo de seguridad a ese cabo, impidiendo acercarnos a él.
Recuerdo que, recién embarcado de agregado en uno de los primeros barcos en que navegué, el primer oficial hacía referencia a ese cálculo, pero no solo para saber nuestra posición sobre la carta, sino para darle el resguardo necesario a cualquier punto de la costa, o a cualquier persona de la que nos debiésemos prevenir. Decía: “Niño, a ese cuatro cuartas y través”. El resto del cálculo era cosa de cada uno.
Miguel F. Chicón Rodríguez (Capitán de la marina mercante)
(Nacido en Tánger en 1960, sus vivencias personales a ambos lados del Estrecho, especialmente Algeciras, ciudad donde también residió, y las recurrentes travesías del Estrecho de Gibraltar realizadas siendo niño le dejaron un poso que le llevó a cursar, años más tarde, estudios de capitán de la marina mercante en Palma y Barcelona. Desde 1978 hasta 1994 navegó como oficial en buques petroleros; en barcos frigoríficos; como alférez de fragata en la Armada española, y al mando de buques de pasaje, tipo ferry y embarcaciones de alta velocidad. Por último, ejerció como jefe del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Palma desde 1996 hasta 2022)